Sentados en esos altares de madera, los skrives son interpretados por los audites. Ellos estudian los símbolos que los dioses trazan en la piel de los skrives en forma de heridas sangrantes y, después de desentrañar los diferentes mensajes que estos vierten, sanan sus heridas. Algunas emperatrices y emperadores quisieron saberlo todo acerca de lo que el destino pudiera depararles. Otros, sin embargo, temían a la verdad como las sentencias ineludibles que los condenaban sin posibilidad de luchar, de rebelarse. Emperatrices como Listhy Vakko solo buscaban respuestas a preguntas muy concretas, pero los dioses podían traer todo tipo de mensajes. Cuando una emperatriz o emperador no deseaba conocer una información relativa, por ejemplo, a su familia, el audite estaba obligado a guardar sus transcripciones bajo llave en pequeños compartimentos que hay en las celdas de interpretación. 

Así, nada se perdería y si más adelante otra emperatriz o emperador precisase de esa información siempre será accesible. 

En este caso... dos brazales descansan sobre el altar. Si deseas saber más de ellos, habrás de encaminarte hacia la octava novela de la saga: Caronte. Y la novena: Skrive.