Añado tristeza a los sentimientos de nostalgia y desazón que me embargan al verla a través del cristal. Me mira desde sus pequeños ojillos grises y sus labios, flanqueados de arrugas, esbozan una sonrisa que rezuma cariño. A su edad, los días son demasiado largos y ella, los pasa sentada frente a la ventana, observando. Así, le da la espalda a la soledad que la invade en esa casa donde solo quedan ecos de un pasado lejano, el fantasma de una familia ausente, demasiado ocupada para ella.
Imagen: Smokefish (Pixabay)
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