Avanzamos hasta bien entrada la noche, siguiendo todas las referencias en el camino hasta llegar al oscuro castillo. Sus vetustos muros se alzaban, imponentes, hacia un cielo de plomo. La bruja debía encontrarse en la torre más alta, cuya ventana era la única con luz. Te miré y el primer síntoma se había manifestado ya. Corrimos, con un último esfuerzo y al llegar, comprobamos que ahí no había nadie. No sospechabas que la bruja era quien había llegado hasta allí contigo... y no para salvarte.
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