Alza su regia frente y sacude la cabeza, alterando la lacia cascada de su crin, hilos plateados que acarician su cuello. Las ondas del agua que ha saciado su sed coronan el aura en el reflejo del majestuoso corcel, que se despide con un relincho. Se aleja y recorre los senderos del claro en un grácil trote. Sortea cuanto halla a su paso, convertido en estela fugaz, sombra blanca en un mundo negro. Arranca miradas furtivas que envidian su halo y la nobleza con la que los dioses lo han dotado; los mismos que ahora lo reclaman. Relincha, se encabrita y sus patas inician, furiosas, una carrera hacia un abismo de insondable caída. Al frente, la nada y el viento tejiendo un camino etéreo. El salto es un vuelo que se impulsa en la alas del pegaso para conquistar el cielo, buscando un lugar entre las estrellas.
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