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Tu camino

"No lo vas a conseguir, sé realista. Es demasiado difícil y hace falta suerte". Hay voces que te persiguen como un eco destructor, que se alzan como resortes en un camino de incertezas. Proyectan en ti el espectro de un loco, de un iluso. Eso eres para ellas. Así te ven. Y un día esas voces te convencen y ya no las oyes solo en otras bocas, sino que nacen en tu propia mente y van directas al corazón, clavándose como un misil certero que revienta sueños, que dobla rodillas, agacha cabezas y baja brazos. Te atan a un camino gris, bajo un cielo de nada con destino a ninguna parte. Y ese camino te ahoga, te mata poco a poco, pero no te arranca vida porque ni siquiera vives. La vida late en razones, en porqués, en motivos que nos mueven, pero tú te apartas del más importante porque no es sensato, porque se te queda grande, porque es temerario y alocado. Porque no es realista. Y la distancia que tú te impones te quema hasta en las manos porque, a pesar de todo, arrastras un cabo que no quieres soltar: tu sueño. Un transatlántico enorme clavado en un puerto del que te vas. Un paso más adelante y estarás en el punto de 'no retorno'. Es fácil, sueltas el cabo y sigues andando. Es un camino sencillo; no exige esfuerzo, solo abandono. No exige lucha, solo rendición. No exige rebelión, solo encaje. No da problemas, no es discordante, no desentona; muchos lo han seguido antes que tú y muchos lo harán después. En cambio, si te giras y vas a contracorriente... estarás solo, gritarás en el desierto aunque la hipocresía se disfrace de complicidad. Y te romperás los puños llamando a puertas que no se abrirán. Y te darás de bruces contra muros invisibles, y morderás el polvo de ese desierto con mil zancadillas. Y te harán sentir pequeño desde enormes montañas mientras tú sacas los pies de lodazales. Te sentirás como aire transparente, que roza sus pieles sin causar molestia alguna; tampoco bienestar. Como una brisa imperceptible, como un susurro que nadie escucha. Porque no tienes nombre, no eres nadie, no tienes forma ni el impulso interesado de quien devuelve favores en su selecto círculo. A tu voz le falta el eco; a tus alas, el viento.

Ese camino no es una ecuación donde el número no falla, donde la incógnita se despeja y todo encaja. No. Y decir que es cuestión de lucha, de fe, de voluntad, de perseverancia, de confianza en ti mismo, de paciencia, de aguante, de resistencia... Puede que sea cierto o quizás sea un tópico utópico. Porque esto no va de merecer ni de justicia; ni de la divina ni de la terrenal. ¿Pero qué otra cosa queda? Enfoca el objetivo y hazte sordo a esas voces, amasa el orgullo herido que también es un motor. Recorre tu camino y cáete, grita para quien te escuche, aunque sean muy pocos; tumba puertas a porrazos, sin llamar; escala las montañas más altas, modifica la perspectiva de lo grande y lo pequeño, y convierte la brisa en huracán. Y si estás solo, solo llegaste hasta aquí. Y si nadie te acompaña, el camino es más ancho. Pero no hagas tuyas las derrotas de los demás ni sus miedos. No los conviertas en compañeros de viaje. No hagas tuyos sus complejos ni sus fracasos. Ni sus heridas, sus tropiezos, sus decisiones ni sus sueños, si alguna vez los tuvieron. Si alguna vez los pelearon. Si alguna vez los perdieron o los abandonaron. Aun así, con lo que tienes y lo que no, nadie te asegura el triunfo. Puede que, después de todo, la fortuna tenga algo que ver, y esta no siempre se encuentre si se busca; o quizás haya recursos que no están en tu maleta. Pero llegues donde llegues, que la tiniebla en el camino no te sorprenda preguntándote qué habría ocurrido si lo hubieras intentado porque esa es la peor de las incógnitas. Llegues donde llegues mira atrás y siéntete orgulloso del recorrido y de haber hecho que el camino hacia tu sueño sea el camino de tu vida, que el trayecto es siempre menos efímero que la meta. Disfrútalo y traza uno propio, único. Eso es un triunfo.


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