Las circunstancias que derivaron en la Noche de Sangre se conocen en 'Leggio' y las piezas de un complejo rompecabezas se juntan en Arkanai. Aquí, la pieza que falta. Conocemos lo que pasó por las explicaciones, testimonios y legados. Hora de vivirlo en primera persona con su gran protagonista.
Me yergo como un resorte con el corazón a punto de salírseme por la boca y la respiración disparada. Unos segundos me bastan para reconocer mis aposentos, aunque necesito algo más de tiempo para ordenar ideas. Esto no es Domarna, sino Catarno, y lo que se escucha a través del balcón no es el viento entre las dunas que envuelven la ciudad, sino la marea acariciando la cala.
Mi madre no puso inconveniente alguno cuando le comuniqué que pasaría unos días en la casa de mi padre, a pesar de la gran cantidad de asuntos que, según ella, me reclaman, toda vez que la corona está ya sobre mi cabeza. Me conoce demasiado bien. Necesito asentar todo lo que ha pasado, dejar que se enfríe porque me cuesta horrores no cometer locuras cuando me mueven las entrañas.
Me dejo caer de nuevo sobre la cama con la mirada clavada en el techo. Hace unos pocos meses, la imagen de la familia Vakko ensangrentada y muerta hubiera conformado mis más plácidos sueños; hoy solo albergan mis más atroces pesadillas y siento que voy a acabar volviéndome loco. Por eso necesito distancia, aunque nada me garantice que vaya a servir de algo cuando los recuerdos y las recriminaciones se mueven conmigo todo el tiempo, escupiéndome insultos, vomitándome culpas. "¿Por qué hiciste aquello?", "¿Por qué no dijiste lo otro?"
Aparto las sedosas sábanas y me levanto. El calor potencia la sensación agobiante que me atenaza.
CONTINUARÁ